sábado, octubre 17, 2015

La crítica y la guía de compras

Publicado el 11 de febrero de 2013 para Fangames
La crítica y la guía de compras

El otro día, tras leer esta entrada de Mondo Pixel, entré en un pequeño debate sobre cuál era la función de la crítica. Frente a la mediocridad de la crítica de los grandes medios algunos la defienden como género literario e incluso hemos podido leer alguna reseña más cercana al ensayo. Voy a repasar las que, a mi parecer, son las posturas más comunes en la prensa del videojuego.

En primer lugar vayamos a las raíces: desde la Micromanía hasta hoy en día, la corriente principal en la crítica es una especie de análisis cuya veracidad se sustenta en lo importante que es el medio donde se publica. Da igual que el redactor de turno haya cobrado una miseria si ha llegado a cobrar algo, aquí el respeto lo pone el nombre de la publicación. Así el texto suele tener pretensiones de análisis científico en el que se cuantifican y ponderan los distintos elementos que conforman el producto para dar al final una valoración numérica supuestamente objetiva. Estas aspiraciones a la objetividad se ven inevitablemente truncadas por los compromisos con las distribuidoras, la profesionalidad de los autores y el criterio para sopesar de los mismos. Éste último factor es bastante determinante y casi siempre se peca de disfrazar de objetividad lo que suelen ser meramente sensaciones que el redactor ha percibido. Obviamente tanto por el dislate del planteamiento como por la calidad de los textos sólo el público masivo o los jugadores en su más tierna e inocente edad dan credibilidad a semejantes textos, lo cual conduce al resto a la siguiente categoría.

La blogosfera, como contraposición a los grandes medios, aún teniendo entre sus filas páginas con muchísimos lectores, parten de un planteamiento que rompe con esa supuesta objetividad. Así se prima un estilo propio para diferenciarse tanto de los grandes medios como de otros blogs. En esta propuesta diferenciada tienen cabida una gran variedad de textos que van desde las impresiones menos filtradas y puramente viscerales hasta disertaciones más elaboradas, donde se dan más o menos explicaciones sobre la intencionalidad y esencia de las mecánicas. El lector de estas reseñas acepta la objetividad como un imposible y abraza estas ‘opiniones en caliente’ (muchas veces por la necesidad de publicar el texto cuando se levanta el embargo) donde los fans de un género/autor/estudio/compañía suelen ser los que analizan los juegos que encajan con su perfil. Todo lo cual suele derivar en festines de nueves en muchos casos y deficientes críticas negativas cuando el título que le toca reseñar no entra en esos patrones.

Con todo, en estos textos es donde uno puede hacer los mejores hallazgos y mis autores favoritos son sin duda los que firman en estas páginas. Sin embargo el lector se suele enfrentar a un panorama en el que a la hora de decidir si se compra un juego la información de que dispone es o pretendidamente objetiva o la misma que te puede proporcionar un amigo que lo ha alquilado un fin de semana mientras os tomáis un café. Y aunque no está de más que haya algo de esto último no puede ser que se deje al lector tan de lado. Obligarle a tener que conocer de qué pie cojea cada redactor de su blog preferido, andar a tientas cuando cambia de publicación o que directamente tenga la sensación de que se lanza a la aventura, lea a quien lea, no me parece aceptable.

Una crítica siempre son impresiones, pero esas impresiones vienen dadas por experiencias reales y objetivas derivadas del diseño de un juego. El disgusto o el agrado que pueda tener el redactor con cierto elemento ha de ser racionalizado con ese prisma en mente, abstrayéndose de su experiencia y profundizando en la conveniencia o no de que esas decisiones de diseño estén ahí. Cuando un lector acabe un texto debería tener una imagen lo más exacta posible de la experiencia que le va a proporcionar independientemente de la impresión que esa experiencia le haya causado al crítico. Cuando leo una reseña así -que las hay- no puedo sino maravillarme y empequeñecerme, intentando aprender todo lo posible en el proceso. Tomen nota del nombre del autor cuando lean algo así: esa es la gente a la que merece la pena seguir la pista.

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